domingo, 11 de octubre de 2009

El 95% de ludópatas no acepta tratamiento

—¿Tiene hora?— No.La señora que responde sin voltear siquiera el rostro está sentada frente a un tragamonedas de un casino de Miraflores. Está sola. La rodean más de un centenar de máquinas perfectamente ordenadas. Esta sala —como todas las demás—no tiene ventanas. El diseño excita los sentidos. Los colores estridentes de los juegos estimulan la visión. El volumen de la música es alto: difícil conversar. Una sala de tragamonedas no es el lugar ideal para hacer vida social: apostar es un acto solitario. Las anfitrionas ofrecen bebidas y sánguches. Ningún jugador tiene por qué levantarse. No hay un solo reloj en todo este ambiente. Los casinos son lugares sin tiempo.
“Las salas de juego están aisladas de la realidad, ofrecen un mundo de sueños, dentro de ellas nadie sabe si es de día o de noche”, dice el doctor Martín Nizama, psiquiatra y director del Instituto de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi. En todo el país funcionan 806 salas de juego y 9 casinos. El 63% se encuentra en la capital.
Las máquinas tragamonedas comenzaron a instalarse en el Perú antes de 1999, cuando no existía una norma que regulara su funcionamiento. Fue por eso que invadieron sin control las principales y entonces emergentes ciudades. Aquel año, con la promulgación de la Ley 27153 estos locales comenzaron a ser fiscalizados. De un 97% de informalidad que había el 2006, ahora por lo menos se ha reducido a un 46%.
LA REBELIÓN DE LAS MÁQUINAS
El juego exacerba un sentimiento perverso: la codicia. El jugador pierde más mientras más espera ganar o busca recuperar. “A todos nos gusta ganar, todos esperan algún tipo de reconocimiento y en esa búsqueda, los apostadores siempre pierden”, explica Nizama. De ahí el éxito de estas máquinas: en todo el país funcionan 60.000 mil tragamonedas.
El juego llena vacíos y soledades. Desde que estas salas comenzaron a expandirse los casos de ludopatía se han ido incrementando. “El ludópata huye de la soledad y se refugia en el juego, trata de ganar buscando el reconocimiento que no tiene en su familia”, explica Nizama.
Estos juegos de apuestas activan el centro del placer en el cerebro. Los rasgos psicológicos o genéticos de cada persona incidirán en su capacidad para contenerse ante el juego. “El jugador no sabe qué elementos de su vida biológica o sentimental lo pueden llevar a esa adicción”, afirma el especialista. Los más vulnerables —diversos estudios médicos así lo concluyen— son en su mayoría adultos mayores, jubilados y personas que viven solas.
Al Honorio Delgado acudieron este año aproximadamente 20 personas de entre 14 y 58 años para tratarse de ludopatía. Varios necesitaban ser internados, pero solo algunos pudieron hacerlo porque esta institución solo cuenta con 21 camas. Estos pacientes representan el 5% de los que se internan por adicciones.
Pero el número de ludópatas es evidentemente mucho mayor al que se trata en los hospitales: las cifras más conservadoras señalan que entre el 2 y 3% de todos los jugadores presentaría este trastorno, aunque un ludópata nunca acepta esa condición. El 95% rechaza algún tratamiento, dice el psiquiatra.
FALTA INFORMACIÓN
Pese a las mejoras en la formalización del sector, al Ministerio de Salud le sigue preocupando la aparición de más casos de ludopatía. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur y el Instituto Honorio Delgado han desarrollado este año 13 charlas para prevenir estos casos, pero según Nizama hace falta una mayor difusión. “El poder de estos juegos es mucho mayor y no todas las personas buscan ayuda”, dice.
Hay aspectos, sin embargo, en los que el Gobierno todavía no se pone de acuerdo. Así, mientras los gremios de casinos impulsan una campaña denominada “juego responsable”, avalados por el Mincetur, para el director del Honorio Delgado este término solo existe en la teoría: “Un jugador nunca podrá percatarse en qué momento está enfermo, el juego responsable lo han acuñado los empresarios de casinos”, afirma.
El director general de Juegos de Casino y Máquinas Tragamonedas del Mincetur, Manuel San Román, sí reconoce la propuesta de las empresas. Sostiene que actualmente el principal problema de su sector tiene que ver con la informalidad que persiste en las tragamonedas dirigidas a niños —esas que se instalan en bodegas o pequeñas tiendas—. Desde 2006 —año en el que entró en vigor la ley de casinos— se han decomisado 5.573 máquinas, de estas, 4.053 eran de este tipo.
Pese a su expresa prohibición, estos juegos estarían ingresando ilegalmente por las fronteras de Ecuador y Bolivia. Otras estarían fabricándose dentro del país.
ENFERMO DE VOLUNTAD
“La adicción es una enfermedad, pero la sociedad no la quiere reconocer, no entienden que el adicto ha perdido la voluntad y que es la familia la que debería ayudarlo”, dice Nizama cuestionando la actual legislación que impide internar al adicto contra su voluntad. “Dicen que se atenta contra su libertad cuando en realidad un ludópata está enfermo, no es libre”, enfatiza. Tal vez por eso Vargas Llosa describió a un adicto como “un esclavo feliz, un sirviente deliberado de su adicción”.
El ludópata es un enfermo paradójico: no se siente enfermo. Él cree que el resto exagera y que puede dejar el juego cuando quiera. “Solo acude al especialista cuando ha caído en bancarrota o robado o ha cometido un fraude o una estafa y aun así siempre es la familia la que lo lleva”, explica el psiquiatra. Ese es el primer problema que la familia debe enfrentar ahora.
Esa es la historia de uno de los internos que llegó hace unas semanas al Honorio Delgado, presionado por la familia. Era contador de una importante empresa y detectaron que habían desaparecido 70 mil dólares. La empresa lo denunció por estafa y la madre tuvo que vender su departamento para salvar de la cárcel a su primogénito.
MÁS DATOS
Las infracciones de los casinosDesde el 1 de enero de este año están prohibidos la venta y consumo de tabaco al interior de los casinos y salas de juego. Sin embargo, en algunos de estos locales todavía se observa a personas fumando.
Según el representante del Mincetur, el problema es que nunca se emitió su reglamento y se dejó en manos de las municipalidades la regulación. Así, cada una (algunas no hicieron nada) fue regulando de manera diferente.
Los casinos y salas de juego no pueden tener más máquinas de las declaradas. Estas salas tienen prohibido otorgar un préstamo a los jugadores.
Para evitar el lavado de activos toda operación por encima de los 2.500 dólares se registra. Los casinos no pueden entregar cheques a cambio de dinero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario